miércoles, 1 de febrero de 2012

Cuanto más me acerco... Una pared... Oigo como respiras al otro lado...

Las paredes en los pisos viejos son como papel de fumar, la intimidad es algo muy relativo. Podía escuchar como se movía grácil por la habitación, cuando llegaba a casa cada noche a altas horas de la madrugada. Imaginaba su cuerpo mientras se desvestía... No sabia ni como era, ni que pensaba, ni que sentía.
Movió la cama de sitio para pegarla a aquel muro. En el más absoluto de los silencios podía llegar incluso a escuchar su respiración.
Una noche, cargado de valentía e inconsciencia, golpeó contra la pared... Sólo una vez. Segundos después escuchó dos golpes de respuesta. Su cuerpo desnudo contra la pared y sus manos acariando el estucado como si se tratase de una piel. Podía escuchar un leve movimiento al otro lado. La imaginaba desnuda, sintiendo el movimiento de sus manos y estremeciéndose en cada caricia. Susurró unas cuantas palabras y creyó escuchar respuestas. El deseo se desborbada y rezumaba por su piel... El poder extraño de la imaginación indujo a una sesión de extraño sexo solitario y compartido, al tiempo... Aumentó el tono de su voz, para que ella escuchará sus gemidos y ella respondió elevando el tono de la suya. Él cerró los ojos y pudo ver como ella buscaba entre sus piernas lo que anhelaba, para entregárselo, para guíarle por los caminos donde convergen las noches que no se olvidan.