El dia que cayó la última tormenta, los árboles cobijaron levemente a dos sombras. Sus ropas empapadas escondian sus cuerpos ansiosos. La espalda contra la madera, la corteza rugosa como la más mullida de las almohadas. La luna nunca llegó el dia que cayó la última tormenta, no hixo falta. Tampoco echaron de menos ningún techo, la tormenta les cubrió.
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