Las manos frías

"No habría echado a perder ni un sólo instante... Habría devorado tus labios en aquellos atardeceres en los que mi mente viajaba a aquellos lugares lejanos dónde no estabamos ni tú ni yo... Habría recorrido tu cuerpo sin perdonar un amanecer y sin dejar que el cansancio y el sueño me apartaran de ti... Habría obviado todo para no perderme ninguna de tus sonrisas, ninguna de tus miradas..."
"Bueno, el tiempo y los cuerpos tienen un límite..."
"Yo siempre me he sentido ilimitado a tu lado"
"La vida es breve aunque no somos conscientes de ello"
"Ahora, mientras pongo entre mis manos tus manos frías, lo sé"

El alma de las cosas

"Siempre me ha gustado pensar que los objetos que han significado algo en tu vida tienen alma"
"Creo que más bien son trocitos de la tuya que se van quedando en las cosas que han sido importantes"
"Entonces, poco a poco, nos vamos quedando sin nada"
"Puede ser, pero es fácil encontrarla de nuevo... Es como si en nuestro camino hubiesemos dejado piedrecitas para no perdernos del todo"

Mentiras

"Me gustaria entenderte"
"Me gustaria que me entendieras"
"Debería ser sencillo. Son palabras y se unen para conseguir un significado"
"Muchas veces tengo la sensación de que tu boca no dice lo mismo que tus ojos"
"Si se pudieran leer los ojos..."
"Se puede..."
"No sé... A veces uno interpreta lo que quiere escuchar"
"Pero los ojos nunca mienten"
"Pero mi cerebro si"

Espero ser

Espero ser suficiente
no sumirme en un letargo
y dejarte con la palabra
enquistada en la boca...
Espero ser madrugada
de estrellas indecentes
iluminando mis brazos
cuando en ellos te pierdes...
Espero ser esa palabra,
precisa y contundente
que se graba en tu alma
cuando cuelga de mis labios...
Espero ser la mano inquieta
que se endulza sobre tu piel
mis deseos son marionetas
que bailan a tu merced...
Espero ser la otra mitad
de tus sueños incompletos
el calor para tus fríos
y el aire para tu aliento.

Femme fatale

Ella llegó hasta su mesa caminando despacio, siempre hacia igual, un ritmo cadencioso y cansino guiaba sus pasos. Parecía como sí esperara que todo el mundo se diera la vuelta para verla pasar... Conociéndola seguro que era así. Llevaba unos pantalones vaqueros ajustados y una camisa blanca a la que probablemente se le podían abrochar algún botón más. Para él era imposible no mirarla, le ocurría lo mismo desde el primer día que la vió.
"¿Entonces qué?", le dijo mientras encendía un cigarrillo, desafíando el cártel de prohibido fumar.
"Joder, no me puedes pedir eso", le rogó él, aunque ella no mutó el rostro en ningún momento. Era consciente de que no iba a poder disuadirla de ninguna de las maneras. Así que se levantó de la silla y se dirigió hacia la puerta. Desde el ventanal que daba a la calle podía ver como seguía consumiendo a grandes caladas aquel cigarrillo. Ni siguiera lo miró...
Ella seguía sentada en la misma mesa, en la misma postura, inmutable con otro cigarrillo, ¿o sería el mismo? La verdad es que él no era muy consciente del tiempo que había pasado... Unos minutos, unas horas o incluso unos años. Entró por la puerta desencajado. Ella ocultaba la mirada tras unas enormes gafas de sol, a pesar de que el sol hacia horas que dormía. Aunque no podía ver sus ojos, él conocía perfectamente aquella mirada carente de matices que ella tenía.
"Ya está", le dijo él mientras le mostraba sus manos ensangrentadas.

Metamorfosis

"¿Estás mirándome?"
"Sabes que sí. Puedo ser como un camaleón que mira a dos sitios a la vez. Te voy a contar un secreto. Puedo transformarme en lo que quiera. Puedo ser ese viento indiscreto que hace bailar tu falda, ese rayo de sol que te ilumina el pelo, esa corriente de agua que juega con tus pies en playa... Ya ves, lo bueno de esto es que nunca sabes cuando estoy a tu lado."
"Eso es lo que tú te crees. Siempre noto tu presencia"