Nunca me gustó ir sólo al cine. Siempre me parece que la taquillera me mira raro cuando le digo que sólo una entrada, por favor. No compro palomitas, así me ahorro también que me juzguen las chicas del mostrador. La verdad es que una vez que entro y empieza la película suelo olvidarme de todo, apenas soy capaz de distinguir si hay alguién a mi lado o no. Aquel día iba a ver "Lucia y el sexo", y como gran admirador de Medem que soy estaba deseando deleitarme con imágenes llenas de poesía. La sala estaba vacía y quedaban dos minutos para el comienzo. No era la primera vez que veía una película yo sólo en una sala de cine enorme. Mis gustos cinéfilos me suelen llevar a películas muy minoritarias. Se apagaron las luces y comenzaron los trailes. Un silueta apareció por la puerta de entrada, por la forma de andar parecía una chica. Reparó en mi presencia y vino a sentarse justo a mi lado. "Vaya con toda la sala libre y la simpática taquillera no se le ocurre otra cosa que darle un entrada al lado de la mía"
Comenzó la película. Imágenes saturadas de luz azulada en la pantalla, y los personajes estaban en una isla... Cuerpos, caricias, sensualidad desbordaba que impregnaba cada fotograma. Todas las imagenes medidas, las sensaciones a flor de piel... Sentí como su pierna chocaba con la mía. Una falda, que de pie debia cubrirle las rodillas, dejaba ver un medio muslo. "¿Y si le toco?", pensé... Disimulé, intentando arrascarme la pantorilla y sentí como su piel se erizaba con el leve contacto. "He sido o yo, o que el aire acondicionado esta demasiado fuerte". Volví a intentarlo esta vez sin disimulo y ella no dió ninguna muestra de disgusto. Más atrevido aún, coloqué mi mano sobre su rodilla a lo que ella respondió colocando la suya sobre la mía. Mis dedos jugaban recorriendo la parte interior de sus muslos y ella repetía mi movimiento como si de una imagen especular se tratara. Mis ojos no se apartaban de la pantalla, no puedo decir que los suyos hiciesen lo mismo, pero algo me decía que si. Las yemas de mis dedos llegaron hasta el suave encaje de su ropa interior y se movieron como si dibujaran las ondas que lo componían. Ella con asombrosa habilidad desabrochó con una mano los botones de mi pantalón. Yo correspondí bajando sus bragas, mientras ella se incorporaba un poco para ayudarme en mi maniobra.
Sentí la suavidad de su vello, y la facilidad con la que mi mano se deslizaba evidenciaba su excitación. Acompasamos movimientos, mi mano en ella, su mano sobre mi. La cadencia del péndulo de un metrónomo, en una sinfonia marcada por las imágenes de la pantalla. De cuentos con ventajas hablaban con la voz profunda y ligeramente nasal de Tristán Ulloa... De ventajas de cuento que nos repartíamos entre dos perfectos desconocidos, con los cuerpos algo arqueados por el placer y la inminencia del climax... Como toda sinfonía, el cenit de esta llegó con toda la instrumentación sonando al tiempo, voces entrecortadas y sonidos que recordaban a un paseo a la orilla del mar... Títulos de crédito. Ella se subió la ropa interior y salió antes de que encendieran las luces...
uff...tendré que elegir pelis minoritarias y cines demodés.
ResponderEliminarYo te lo recomiendo... El cine es maravilloso y puede ser mucho mejor, jejejeje... Un besito.
ResponderEliminarmmmm... vale me acabas de poner fatal (no es broma jejeje) mira que yo voy al cine en Murcia pero no me pasan esas cosas. Le darías las gracias a la taquillera no?
ResponderEliminarJejeje... Es que ahora son todo multicines y es más difícil... De cuando te hablo, centrofama tenía 5 cines y todavía salzillo no era la filmoteca regional... En fin, historias de abuelo cebolleta. JEJEJEJE, una gran propina se merecía la taquillera. De todas formas, si te apetece, algún día quedamos para ir al cine, jejejeje... Un beso.
ResponderEliminaryo estaré en la semana de primavera por alli algunos dias.si quieres agregame al facebook Sara Fuertes.
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